Capítulo 1: Augurios en la nocheUn sombra se acercaba sinuosa hacia las callejuelas del viejo poblado:
El sonido de los tambores inundaba la tenue estancia, las mesas a rebosar de jarras sucias y platos vacíos, en el suelo finas hileras de manchas pegadas en la desgastada madera, y la música haciendo vibrar las paredes con su armoniosa melodía, ningún detalle delataba la horrenda tormenta que azotaba el exterior; era imposible andar por las calles a esas horas de la noche, la lluvia caía sin cesar, agravando de por si, el mal estado del cochambroso pueblo.
La puerta se abrió, y la posada retumbó con el sonido de un trueno, acto seguido, el cielo se iluminó y los presentes dejaron su jolgorio de lado, mirando hacia la puerta, de donde provenía el viento atroz, una figura alta dibujando su contorno en la noche apareció entre el marco de la puerta, las personas quedaron en silencio, mas cuando vieron sus cabellos plateados por la edad, sus arrugadas manos y su pálida tez , dieron la vuelta a sus sombras y continuaron con el festejo.
El anciano tomó asiento en una mesa junto a dos personas, una de ellas, un robusto muchacho de anchas espaldas y rudo hablar, la otra figura, una hermosa dama de cabellos dorados y ropas claras.
El anciano llamaba la atención, su túnica estaba calada de agua, sin duda, la lluvia era terrible, la joven muchacha se preocupó por el anciano y le ofreció una buena jarra de cerveza para calentarse.
Tras unos minutos cantando al son de la música, cuando las trompetas por fin cesaron y los tambores dejaron sus redobles, el anciano pudo descansar sus oídos, y comentó a los adyacentes a él.
-En una noche como esta, lo mejor sin duda para pasar el rato, es una buena historia-, masculló el anciano entre trago y trago de su jarra espumeante de arcilla. ¡Acercaos, acercaos y escuchad lo que este viejo loco tiene que contaros!-vocalizó el viejo humano.
Todos los presentes que se encontraban cerca de su mesa, acercaron sus sillas en corro para poder oír mejor por encima de la suave música que amenizaba el ambiente.
El anciano recorría la estancia con mirada serena, reacomodó la espalda en la silla y abrió lentamente la boca:
Precisamente, mi relato comienza en una noche como la de hoy, una tormenta azotaba las costas donde un barquito pequeño de vela recorría la orilla por aguas poco profundas
La barca escoraba hacia la orilla peligrosamente, sería peligroso para la persona que navegaba el bote, debía alejarse de las rocas o su imprudencia se llevaría su vida, y algo peor. La lluvia no cesaba y la marea era atronadora, apenas se vislumbraba el horizonte, nada más iluminado por los tenues rayos en el cielo, la figura que se alzaba manejando la pequeña barca dio un vuelco al timón y las velas se hincharon cuanto podían empujando a la barca hacia su inminente final hacia las puntiagudas rocas, dos bultos salieron disparados por el gran choque frontal. Alguien lloraba, un llanto inaudible con el sonar de los truenos y las olas al romper contra las rocas, el pequeño bulto fue llevado arrastrado por las enormes olas hacia la orilla. Nada se supo del desconocido que tripulaba el barco.
En ese mismo momento pero lejos de allí, una mano pasó su blanquecina piel por una sombra esférica, la piedra ovalada se apagó al instante y una sonrisa iluminó la fría estancia.
-¡Por fin, ha llegado, prepara lo necesario, partimos ahora mismo!- sentenció la oscura sombra con una fría voz apagada.
El anciano inspiró profundamente rodeado de personas, paladeando el ambiente, y derepente su boca se abrió para proseguir.
-!Camarera traigame una pinta, me muero de sed!- masculló el viejo cuenta cuentos.
Los oyentes estallaron en risas y esperaron a que el anciano saciara su sed para proseguir escuchando la narración.
//Poco a poco que una buena historia lleva su tiempo XD que leer una historia tan larga de golpe aburre