Historia de Niahnna

Capítulo 0. "Breve introducción sobre Niahnna"

Niahnna es una elfa fuera de lo común, resulta evidente.

Es , dentro de lo que son los cánones de edad de la raza, bastante joven, pues ni siquiera sobrepasa el centenar de años y no hay más que ver cómo se comporta. No es altiva o "remilgada", sino espontánea y vivaz. Aunque sí orgullosa, le gusta ganar cuando se enfrenta a alguien, especialmente si de medir intelectos se trata.
Le gustan los juegos en los que hay que razonar y los puzzles, en los que invierte gran parte de su tiempo. Piensa que una persona que se interese en construir uno, es digna de estudio y consideración.

A veces en sus respuestas resulta mordaz. Debido a su gusto por el análisis, le gusta estudiar las palabras de los demás y demostrar que ella tiene una contestación mejor. No se lo toma como algo personal, como mucha gente piensa. Simplemente es un juego.

Pretende ser desconfiada, pero no puede. Se encariña con la gente muy rápidamente y a veces comete el error de confiar ciegamente en quien no debe, eso le suele llevar a demasiados problemas.


En cuanto a su apariencia física, no es alta, ni mucho menos, si no más bien menuda y de cuerpo delgado, pero bien moldeado y sugerente. No anda contoneándose ni pretende resaltar ninguno de esos encantos de manera intencionada. Sencillamente es así.
Prefiere los colores oscuros, porque tiene la piel más bien pálida y no le gusta demasiado. Además, queda bien con su larga y radiante melena oscura.
Sus ojos son negros, no se distingue pupila en ellos, pero son vivaces expresivos, lejos de la frialdad que podrían representar.
Pero, sin lugar a dudas, lo que más llama la atención de ella, son sus labios, permanentemente pintados de rojo. Gruesos, bien delineados y, cuando están recién pintados, jugosamente apetecibles.
Casi siempre los lleva puestos con una sonrisa, ya sea cálida y reconfortante o pícara y divertida.

Capítulo 1. "Aprender"

El sol ya estaba alto cuando se coló entre las ramas de los árboles, manchándole la piel blanca de motitas luminosas.
Abrió los ojos lentamente, parpadeando un par de veces, molesta por la luz.

Respiró profundamente el aroma de la tierra mojada, que le inundó los pulmones y le provocó una sonrisa placentera.
Se incorporó despacio, retirando la liviana manta que cubría su cuerpo semidesnudo.
Miró hacia arriba.

"La estructura ha resistido bien la tormenta..."

La pequeña elfa se acomodó en el suelo, bajo el árbol y la pequeña estructura de madera que funcionaba a modo de paraguas y miró a su alrededor.
No veía más que hojas caídas cubriendo, como una alfombra dorada, todo el suelo y, de entre ellas, emerger todo tipo de insectos y pequeños mamíferos que salían de su madriguera explorando el terreno tras la violenta tormenta.
Así, con las piernas cruzadas y la manta echada sobre los hombros, rodeada de aún gotas de agua que quedaban por caer de las ramas y las hojas de los árboles, que daban el aspecto de mil cristales brillando bajo el sol, Niahnna sonrió.

Le encantaba dormir bajo los árboles cuando había tormentas y el agua caía con violencia a su alrededor.
Se incorporó lentamente y, con la suave manta de seda, se envolvió como si de un vestido se tratase y echó a correr hacia donde sabía que, casi con total seguridad, se encontraba su padre.

Y allí, apostado junto al cauce del río, lo encontró. Elyndor, con la vista fija en el horizonte y de porte sereno.
Se acercó sigilosa a él y apoyó la cabeza en su brazo. Lejos de sobresaltarse, el elfo se reconfortó por el contacto y sonrió.

-¿Qué tal la noche, pequeña?

-Maravillosa, ha sido perfecta.

El elfo asintió.

-Comencemos con tu clase.

Duró apenas un par de horas. Un entrenamiento sencillo, pero eficaz.
Memorizar palabras recurrentes, ejercicios de concentración y de análisis del entorno...
A Niahnna le gustaba cómo le enseñaba su padre y las cosas que le enseñaba. Ya había magia dentro de ella, pero él le enseñaba a sacarla y a usarla de una manera racional.

Y así todos los días. Niahnna adoraba a su padre porque era tranquilo e inteligente, analizaba cada situación con total precisión y sin equivocarse. Le gustaban los rompecabezas que lo mantenían ocupado varios días.

Un día, le entregó a Niahnna una esfera de madera. Después de darle un par de vueltas entre los dedos, curiosa, preguntó.

-¿Qué es, padre?

-Es un puzzle.

Volviendo a tomarla entre sus dedos con delicadeza, empujó una pieza y la esfera se deshizo en un puñado de piezas de formas irregulares.
Los ojos de Niahnna se iluminaron al ver las piezas caer en sus manos otra vez.

-Es tuyo. ¿Cuánto tardarás en hacerlo?

-¡Nada! ¡Mañana lo tendré listo!

Fueron un par de días en realidad los que estuvo intentando armar el puzzle. Pero nunca se desesperaba, fue con tranquilidad, analizando las piezas y cómo encajaban entre sí. Analítica.
Al fin y al cabo, era igual que su padre, pero con un carácter más espontáneo y vivaz.

Tras terminar el puzzle, el día que lo llevo ante su padre, orgullosa, este le sonrió y le comunicó algo que la hizo dar saltos de alegría.

-Tengo una recompensa para ti. Dentro de unos días, llegarán unos viajeros al linde de nuestro bosque. Nos encomendaron a mi hermano y a mí su custodia y su guía. Serás tú con él la que los acompañe, les muestre la ciudad y se asegure su bienestar en Eloräh. ¿Qué te parece?

Sin decir nada, lo abrazó, contenta y emocionada. Le encantaban los aventureros que paseaban por la ciudad cada tiempo. Los observaba y soñaba con salir de Eloräh con uno de esos grupos, para aprender de más maestros y descubrir todo el mundo que se abría fuera de los límites de la ciudad.

Dos días más tarde, el hermano de Elyndor, Dorian, un elfo alto, uno de los mejores arqueros de toda Eloräh, cubierto con ajadas vestiduras de cuero, fue a recogerla.
Llevaba esperando dos horas ya en el lugar establecido, con el pelo recién peinado, brillante y, lo que ella pensaba, eran sus mejores ropas, aunque ante los ojos de cualquier elfo recatado habrían resultado escandalosas.
Dorian sonrió.

-Lista, ¿pequeña?

-¡Niahnna siempre está lista! -exclamó haciendo un gesto de victoria con el puño y dando un paso hacia Dorian, perdiéndose, poco después, a su lado, entre los espesos árboles.

Elyndor sonrió para sí. Adoraba a esa pequeña.

Muy chulota, obtienes puntos de experiencia.

jajaja muy interesante, aver si sigues ; )