Ars Magnus Havensson. Historia.

Los rayos de sol de la mañana cayeron sobre las cristalinas aguas del manantial, los pájaros empezaron sus suntuosos cantos escondidos entre las hojas de los árboles que rodeaban la pequeña finca de los Havensson.
El manto de luz que proporcionaba el sol se iba extendiendo a medida que pasaba el tiempo e iba iluminando los campos y bosques del pequeño lugar.
Los estandartes de la familia ondeaban al viento mientras los labriegos iban despertándose preparados para un duro día de trabajo. Los campesinos se movían de aquí para allá, unos llevaban carretillas para recoger lo poco que había dado ese año la cosecha, otros iban con sus hachas hacia el bosque para recoger leña para poder calentarse en un clima tan cambiante como el de ese continente. De entre todos ellos, destacaba un hombre, Olaf Havensson, un gigante de más de 1,90 de altura, con anchas espaldas y una poblada barba junto a una gran cabellera casi siempre recogida en una coleta. Olaf era el jefe, el hombre de más alto linaje del lugar, aunque ello no significaba tener más privilegios, pues ayudaba a los suyos en todas las tareas, si tenía que recoger la siempre, lo hacía, si tenía que talar árboles iba hacha en mano a talarlos y si tenía que combatir junto con los suyos, por supuesto también lo hacía.
El día fue pasando tranquílamente hasta que el cielo se tornó primero anaranjado, luego amoratado y finalmente se hizo la oscuridad total. Solo la preciosa luna llena y las estrellas parecían dar un leve respiro a la profundidad de la noche. En la principal cabaña de la aldea, donde residían Olaf y su esposa junto con su hijo y unos pocos criados se estaba desarrollando un acontecimiento que marcaría la vida de tal aldea para siempre. La mujer de Olaf, Ingrid llamada “La de las Aguamarinas” por sus preciosos ojos azules, estaba a punto de traer al mundo al segundo hijo de la familia Havensson. La partera de la aldea, una mujer mayor de gran presencia hechó de la sala a Olaf y a su hermano. Los dos salieron del hogar y se quedaron en la entrada porticada de la casa.

-¿Crees que será un varón Olaf?- Erik, el hermano de Olaf estaba visiblemente inquieto-Sería una bendición para el lugar que tu segundo hijo fuera un hombre.

-Mmm, los sacerdotes del hacedor dijeron que nada era seguro, pero que los astroas así lo aseguraban.

Mientras los dos hombres mantenían su charla sobre el futuro del muchacho en caso de que lo fuera, de fondo se escuchaban los gritos de la bella Ingrid, parecía que el parto sería complicado.
Después de casi más de una hora charlando sobre el futuro de la aldea, y diversos asuntos de hombres, la matrona les cortó la conversación.

-Señores, ya pueden pasar. Respiró hondo y entró hacia la habitación principal donde les esperaba Ingrid con un pequeño cuerpo envuelto en pieles sobre si misma. Todo el mundo se puso detrás del lecho cuando entraron Olaf y Erik.

-Olaf, te presento a tu hijo-Balbuceó Ingrid.- Los astros nos han sonreído querido.

Erik y Olaf se miraron con una sonrisa en su cara, parece que sus deseo se había ciuplido.

-Mañana lo presentaremos en sociedad querida, ahora descansa.-Dirigiendose a todos los allí presentes dijo. Id preparando todo lo de mañana, el nacimiento de mi segundo hijo nos maracará para siempre.

Al día siguiente se montó gran espectación en la aldea por el nacimiento del hijo de Olaf. La aldea entera se preguntaba porque aquel vástago iba a ser tan importante en sus vidas, esperaban que su señor les explicara la razón durante ese mismo día.
Cuando la fina capa de escarcha que cubría el suelo y las hojas empezó a derretirse, los hombres de Olaf y Erik llevaban ya un buen rato preparando lo que iba a ser la presentación de aquel pequeño a la sociedad de la aldea y por tanto de clan Havensson. Una tarima hecha con troncos de pino recién cortados y una gran cantidad de estandartes azules con el símbolo del león plateado en medio adornaban el centro del lugar. Olaf y Erik, como representantes de la casa Havensson en la aldea, se habían vestido con sus mejores armaduras y con el tabardo del Clan azul y aregénteo.
Al poco tiempo la plaza del lugar se llenó de gente, todos los habitantes de la aldea asistían al acto de prsentación del nuevo hijo de Olaf, el que estaba llamado a hacer grandes cosas.

-Habitantes del lugar, hoy estamos aquí para presenciar el acto que muchos de vosotros esperabais.-Hizo una pequeña pausa y prosiguió- mi hijo nació en perfectas condiciones ayer por la noche.

En ese momento la mayoría de los asistentes saltaron de alegría, por fin el jefe Olaf tenía un descendiente que pudiera ocupar su puesto cuando éste falleciera o estuviera suficiente viejo como para no poder desempeñar tal cargo.

Erik apareció entonces para callar al público y tomó la palabra.

-El hijo de Erik, mi sobrino, ha llegado al mundo bajo el signo del Hacedor y de Tarkos, por tanto está predestinado a grandes cosas. Solo el destino nos dirá que cosas y que grandeza tendrán.

En ese mismo instante, apareció Ingrid, la matrona y el niño y subieron a la tarima. Olaf saludó a su bella mujer con un beso y cogió al niño entre sus musculados brazos. El sacerdote del hacedor, bendeció al niño y le dio un nombre, Ars Magnus Havensson, el “Arte Magna” del clan de los Havensson. Cuando el sacerdote terminó, Olaf levantó al niño con las dos manos y lo mostró a todo el mundo. La plaza esclató de júbilo y alegría, había nacido el heredro de Olaf después de mucho tiempo los Havensson volvían a tener un hijo varón y por tanto descendiente directo para ocupar el cargo de jefe de Clan.

Los años pasaron para Ars y el niño fue creciendo hasta convertirse en un apuesto joven de pelo rubio y ojos grises. Desde su naciemiento hasta sus quince años, pasaron cosas más o menos interesantes, pero no dignas de mención en este texto. A los quince años empezó la preparación para Ars. Hasta ese momento aun no se había precupado por su educación para ser el siguiente jefe del clan. Por aquel entonces Ars se dedicaba simplemente a ayudar en las tareas que le eran encomendadas y a holgazanear como cualquier muchacho de su edad, pegarse con los demás chicos, observar a las muchachas lo típico de esas edades.
En el clan Havensson era tradición que los muchachos de quince años empezaran su preparación para comvertirse en verdaderos hombres, con ello aprenderían a luchar y los hijos de las familias nobles a leer y escribir incluso, aunque esto último llevaban aprendiéndolo desde hacía un tiempo.
Nunca antes había sostenido una verdadera espada, los palos no tenían ni punto de comparación con las espadas que utilizaban los hombres de la aldea en caso de necesidad. Estas pesaban más de tres quilos cada una y eran muy difíciles y costosas de manejar.

Un día, Erik el tío de Ars apareció en el corro donde este y otro de los muchachos de la aldea se estaban peleando por cuestiones amorosas. El gran hombre separó a Ars del otro con un simple manotazo y soltó una espada delante del atónito hijo del jefe. Olaf por su parte observaba el trabajo de su hermano con su hijo desde el cobertizo de la casa señorial.

-¡Vamos muchacho! ¡Demuestra de que estás hecho!-Erik arremetió contra el sorprendido Ars con su espada mientras este aun recogía la suya.
El pobre Ars se defendía como podía de una bestia en combate como era su tío Erik. El joven iba reculando a cada embestida de Erik que atacaba con todas sus fuerzas. Al final su tío le provocó una herida en el brazo. Entonces pararon.

-No está mal para ser tu primer día. -Limpió la espada de sangre y la envaino- A partir de hoy Ars lucharas contra mi todos los días hasta que seas capaz de vencerme. Cuando lo hagas, se te encomendará otra prueba.

Los días pasaron y Ars era incapaz de vencer a su tío con la espada. El pobre muchacho siempre acababa en el suelo lleno de polvo. Un día mientras cortaba madera para calentarse de noche, notó que se sentía mucho más a gusto con una hacha entre las manos que con una espada. Entonces probó con el hacha con un estafermo de entrenamiento. Mucho mejor. A partir de entonces luchó con su tío siempre con un hacha en vez de una espada, hasta que un día consiguió tumbarle y ponerle el hacha al cuello.

-Muy bien hecho Ars, veo que lo tuyo son las hachas y no las espadas.-Se levantó rápidamente del suelo y se limpió de polvo- Es hora de que conozcas la prueba que te convertirá en un hombre.

Se dirigieron hacia la cabaña del sacerdote de Tarkos, iban Ars, ataviado con ropas de guerra, Olaf, y su tío Erik. Entraron. La cabaña era un lugar sombrío, un solo rayo de luz iluminaba el centro de la cabaña. El ambiente estaba cargado, las paredes de madera llenas de extraños dibujos y pinturas. El sacerdote ocupaba un lugar preferente encima de un trono de madera.

-Bienvenidos, Olaf, Erik y Ars. Hace años, dictaminé la prueba que os convertiría en hombres a vosotros-hizo una pausa- ahora le toca al joven Ars. Veamos que tiene reservado para tí.
El sacerdote se acercó al centro de la cabaña. Hasta ese momento Ars nunca lo había visto, pues ese viejo religioso nunca salía de us apartada cabaña. Era un hombre mayor, de pelo cano y tez curtida y arugada. Iba vestido con una extraña túnica de colores azulados y blancos, cubierta por un peto repleto de piedras preciosas. En la cabeza llevaba un tocado de piel de ciervo blanco.
Al acercarse al centro, todo el mundo se apartó. Sacó de una bolsa unas piedras con runas gravadas, las movió con las manos y las hecho en el círculo de luz que se dibujaba en el suelo. Estuvo unos momentos callado hasta que se levantó y se pronunció.

-Los dioses han dictaminado, que tú Ars Magnus Havensson, hijo de Olaf Havensson, hijo de Magnus Havensson, tengas que viajar hasta el hielo y luego hasta el fuego y traer la cabeza de Böarrg el lobo.

Al terminar, el sacerdote se alejó del círculo de luz y volvió a su trono. Los tres hombres salieron de la cabaña en silencio dispuestos a preparar a Ars para su cometido.

Los preparativos para la misión de Ars empezaron al día siguiente. Su padre mando al herrero que forjara la mejor hacha que pudiera y una armadura hecha a medida. El herrador tardó unos días en hacer lo que Olaf le había pedido, el resultado fue impecable. Una armadura perfecta hecha a medida para Ars que por esos tiempos ya medía sobre un metro noventa. El hacha era una auténtica obra maestra, afilada por los dos lados, mango de caoba forrado del mejor cuero de la zona, con runas protectoras grabadas por el propio herrero con ayuda del chamán por toda la hoja, no se había visto tal obra de arte en años por aquel paraje. Ni la fabulosa espada de Erik superaba esta hacha.

El chico estaba realmente ensimismado pensando la misión que tenía por delante, aunque a la vez tenía miedo mucho miedo, la misión podía salir mal también.

Unos días después, cuando ya todo estuvo preparado Ars emprendió la marcha hacia las montañas de hielo y fuego. No tardó mucho en encontrar el camino que le llevaría a esas montañas, un camino peligroso, pero rápido. El camino seguía por bosques de esmeralda, llanuras infinitas, estepas heladas y un sinfín de parajes diversos.
Pocas cosas pasaron durante su viaje hacia el “Hielo y Fuego”, aunque tuvo algún que otro problema para salir de algúnbosque, por estos tiempos los bandoleros y rufianes acechan por doquier.
Aunque no pasaran muchas cosas durante su viaje, el camino fue largo y costoso y tuvo que parar más de una vez pra que su caballo “Pardo”, no se agotara y le dejara tirado en medio de la estepa y del bosque. Cuando las montañas ya se dislumbraban en el horizonte le pasó una de las cosas más curiosas de todo el viaje. Siguiendo el camino marcado en su mapa se encontró con una solitaria torre en medio de una eterna llanura. La torre estaba un poco derruída por un lado, el moho se había comido la gran mayoría de la piedra con la que estaba construída y era difícil distinguir los duros ladrillos con los que estaba hecha. La puerta era lo único que presentaba un aspecto normal, aunque la verdad tenía una pinta un tanto extraña, era metálica, sin pomos y con una extraña cara grabada a mano en el centro. Esta cara tenía una enorme boca entreabierta y justo debajo de la misma, unas runas grabadas. Ars no entendía mucho de escritura pero cnosiguió leer lo que ponía más o menos. “Solo los que consigan mi gracia podrán entrar.”

-¿Su gracia? ¿Qué gracia?-Ars no estaba para perder mucho tiempo, pero decidió intentar descubrir tal enigma.