Historia de Senian "El hilo de los sueños"

Ficha:

Nombre: Senian
Raza: Elfa
Clase principal: Hechicero
Deidad: “La tejedora de los Sueños”
Edad: 126 años
Altura: 1,55 metros
Descripción física: A primera vista, la Elfa tiene un aspecto frágil dado su poca fuerza. Su piel es blanquecina, y su cabello también ha adoptado el mismo color. En su rostro destacan dos cejas negras, las que indican que la mujer pudo tener su cabello oscuro.
Tiene los ojos distintos, uno azul y otro amarillo, lo que le causa gran trauma a la orgullosa elfa.
Portrait:




Prólogo:


La imponente criatura divisó en la oscuridad un punto rojo, desplegó las alas y empezó a atravesar las nubes, aproximándose cada vez más a la estructura en forma de espiral negra que se extendía más allá de la visión humana. Cuando vio a su objetivo se lanzó dando vueltas sobre sí misma, rompiendo el aire en círculos con su enorme cuerpo para dirigirse a toda velocidad hacia quien la esperaba en el punto más alto de la Torre.

El hombre sostenía un báculo desde el que desprendía una luz rojiza con la que rodeaba su cuerpo y el de un recién nacido que yacía en el suelo. El arcano parecía concentrado en recordar un conjuro con el que frenar el ataque y obtener el poder con el que siempre había soñado, pero la fiera criatura no lo iba a permitir e impactó violentamente contra la barrera mágica.

Se escuchó un rugido atronador y la criatura se desvió a la izquierda sobrevolando la fortaleza al planear con sus grandes alas. El tremendo golpe había disipado la energía mágica que protegía al Brujo, pero la fuerza bruta del dragón no iba a ser suficiente como para impedir el sacrificio del bebé.

El arcano alzó los brazos mientras gritaba el sortilegio con el que pretendía petrificar al dragón en el acto. Buscó a la criatura con su mirada por el negro cielo sin divisarla y las nubes empezaron a arremolinarse como si el viento las estuviera moldeando.

El dragón apareció en el horizonte tras unas nubes y seguidamente cayeron algunos rayos que iluminaron la noche fugazmente. La intensidad del viento interrumpió el conjuro del arcano y este corrió para coger al bebé entre sus brazos y evitar que la corriente de aire se lo llevase.
En ese instante aterrizó el dragón en la azotea de la Torre y abrió las fauces dirigiendo sus afilados colmillos hacia el Brujo.

Antes de que el bebé cayese al suelo, el fiero dragón lo atrapó y alzó el vuelo, dejando al arcano a merced de los rayos que asediaban la fortaleza. Descendió por la ladera de la montaña, surcando el cielo hasta el valle en donde se encontraba la única población en muchos kilómetros a la redonda.
En mitad de la noche, pocos aldeanos pudieron ver la sombra de un gran dragón atravesar la aldea. Sólo cuentan los rumores que dejó en mitad de la plaza a un recién nacido envuelto en harapos.

No mucho más se sabe de esta historia, ni se sabe quién recogió a la criatura recién alumbrada. La lucha entre el Brujo y el Dragón quedó olvidada para pasar a formar parte de la leyenda del lugar, un lugar remoto entre las montañas.

Me ha gustado mucho !

Crónica de los Viajes


Viaje I “El rumbo del Azar”


Estaba adormilada pero aún escuchaba el tumulto de la posada. Poco a poco los sonidos se fueron disipando y escuchó en su mente una voz que ya era familiar pues hacía algunas semanas que la escuchaba muy a menudo. De repente comenzó a recordar y describió lo ocurrido a partir de una imagen borrosa de su mente.


"...Recuerdo que me aproximé hasta el anciano. Estaba encorvado ojeando las hojas que había desparramadas por el escritorio. A su lado estaba Synn, que ordenaba los numerosos libros de la biblioteca. La mirada de aquella mujer, a la que consideraba mi madre, fue tan penetrante que en ese momento dudé de las palabras que a continuación dije.

Padre… debo irme ya, es la hora.

...Recuerdo que el anciano se incorporó y cogió el bastón que estaba apoyado en la estantería, Synn lo siguió y bajó deprisa las escaleras a las que estaba subida y al poco ambos quedaron frente a mí a escasos centímetros. Pude ver las numerosas arrugas que surcaban el rostro de la mujer y el hombre.

¿Esto es lo que has decidido? Recuerdo que preguntó el anciano tras mirarme fríamente, Synn comenzó a llorar y se apresuró a cerrar la puerta trasera de la tienda de libros.

Sí, Padre.

...Recuerdo que la mujer me agarró del brazo y de repente escuché un gran estruendo cuando una estantería repleta de libros cayó al suelo. Algo estrujaba mi cabeza y cerré los ojos gritando de dolor, creo que caí pues noté como mis rodillas tocaron el suelo.

Y...recuerdo que algo me dominó, que se desvaneció mi consciencia y al despertar sólo había humo en la biblioteca, un fuerte olor a quemado . Y sólo había cenizas en lugar de los cuerpos de las únicas personas que fueron mi familia."

Dijo de memoria todo lo que recordaba y se quedó inmóvil tras decir aquello. Llevó sus frágiles manos a su rostro, reprimiendo las lágrimas que ahora contenían sus ojos. El dragón asintió cuando vió que la elfa había terminado su relato y escaló por un pináculo de la ladera hasta llegar a una zona llana donde se tumbó relajadamente. Miraba hacia el cielo, que era de color púrpura y se reflejaba en sus escamas plateadas.

Dime… ¿por qué me has traído hasta aquí? Dijo la elfa, al no hallar respuesta alguna de la criatura. El imponente dragón seguía sin contestar.
De sus fosas nasales salía una pequeña nube de aire que volvía a esconderse al ritmo de su respiración.

Eso es todo lo que recuerdo. Confesó sin dejar de mirar al dragón que abrió sus ojos de iris plateados y pupilas sesgadas como las de los reptiles, y contestó con una voz dulce y amable a pesar del respeto que imponía la gran criatura.

Cuando dejes que el azar te guíe, lo recordarás.Esas fueron las únicas palabras de la sabia criatura, que se erguía ahora sobre su cuerpo mirando a la elfa. El sueño se desvaneció dejando un eco en la mente de la elfa.

Al poco despertó y se vió de nuevo en la posada. Otra vez había tenido ese sueño, un sueño que se repetía desde que huyó a toda prisa de la aldea donde se había criado dejando el cadáver de una anciana y un anciano a su paso.

La joven elfa, a pesar de no encontrar la causa que le llevó a encontrarse ahora viajando sin rumbo, las palabras de aquel dragón de sus sueños le hicieron sumirse en una profunda meditación de la que sólo logró saber que debía buscar y encontrar una respuesta.
Al día siguiente zarpó en un barco, sin saber en qué lugar desembarcaría y llegó a Serena con la esperanza de que los libros de la biblioteca de aquella ciudad portuaria pudieran revelar uno de los tantos secretos que le ocultaba su memoria.


//Continuará...

Crónica de los Viajes


Viaje II “Un lugar llamado Serena”


La elfa bajó la escalinata de madera luchando contra el viento y posó sus pies en la tierra tras tantos días de viaje en aquel barco. Enseguida se fijó en la gente, la mayoría marineros y pescadores. Según iba paseando su mirada le llamó la atención un cartel en dónde se leía "La Sirena".
Sin más preámbulos, entró en la posada y pidió una llave al hombre que estaba en la barra atendiendo a su clientela.

Buenos días, caballero. Deseo una habitación. -dijo la elfa con amabilidad, esbozando una sonrisa. El tabernero miró a la mujer de arriba abajo y cogió una caja de madera. Antes de soltar la llave que sostenía algo parecíó perturbar a aquel hombre que volvió a mirar a quien tenía delante.

¿Qué le ha traído hasta aquí, señora?-alzó su voz por encima del bullicio del lugar.

Estoy de paso...
Sólo quiero la habitación para esta noche. -agregó al ver la expresión del tabernero, el cual sin disimulo intentaba buscar con su mirada el rostro de la mujer, pues se encontraba oculto tras una capucha de tela que la cubría hasta la nariz. El hombre le entregó la llave a la elfa y ésta se dirigió hacia las escaleras que la conducirían al piso superior de la taberna.

Entró a la habitación y se dejó caer en la cama cerrando sus ojos por el cansancio. Sintió como su cuerpo, en lugar de estar relajado, se iba tensando. Su respiración se hizo más agitada y a medida que la elfa luchaba por despertar, más enredada quedaba en los hilos de la Tejedora…



…¿Qué hago aquí? -Se dijo a sí misma.

Se preguntó a sí misma al verse en una solemne oscuridad. Avanzó unos pasos desorientada, extendiendo los brazos y sus dedos rozaron lo que parecía ser una pared rocosa, en ese momento se percató de que se encontraba en una cueva.

La elfa se puso alerta y escuchó un rugido atronador, se dio la vuelta y comprobó que estaba cerca de la salida, empezó a correr apabullada de aquel horrible sonido, el cual le hizo recordar que su vida corría peligro. Salió de la cueva y siguió corriendo tan rápido como le permitían sus pies.


No huyas... -Le dijo una voz en su mente.


Al oirla, el miedo la condujo por un valle y le hizo tropezar. Cuando cayó al suelo escuchó de nuevo ese rugido del que huía, pero esta vez parecía proceder del cielo. La caída no la detuvo y cuando intentó levantarse una enorme criatura de escamas negras como la obsidiana aterrizó cerca de la elfa abriendo sus fauces con agresividad. Sin poder eludir el ataque, la envolvió el pánico y se cubrió el rostro con las manos, un gesto que casi no le permitió ver como en la garganta del dragón se formaba un orbe.

El dragón expulsó una bocanada de ácido con la que logró acertar en las delicadas manos de la elfa, pero Senian en un último intento por sobrevivir, se giró sobre sí misma en la hierba con la esperanza de esquivar el aliento de la criatura. Entonces vió la silueta de otro dragón que apareció por el cielo y como de repente embistió al dragón negro haciéndolo retroceder con su fuerza. La elfa gritó sintiendo que sus manos ardían en fuego por el ácido que corría su piel…


...El mismo grito se escuchó por el segundo piso y el tabernero, alarmado subió las escaleras y tocó con sus nudillos en una puerta.

Señora… ¿os encontráis bien? –dijo sin obtener respuesta y el hombre cogió el pomo y abrió la puerta topándose de bruces con la mujer que esa noche se hospedaba en La Sirena, algo poco habitual.

A la luz de una vela, el tabernero sólo pudo ver que la elfa tenía el pelo blanco y sus manos estaban vendadas. El sudor empapaba su frente y su largo cabello ocultaba sus ojos.

Estoy bien… sólo ha sido una pesadilla.

La elfa cerró la puerta y volvió a dejarse caer en la cama. La noche continuó hasta el día en la mente Senian, quién no podía olvidar el sueño ni tampoco omitir las evidencias.

Entre sus pensamientos encontró una idea y ese mismo día se dirigió hasta la Torre de Merlino, a consultar la biblioteca de aquel arcano. Buscando información en un libro acerca de los sueños, y de como algunos sueños pueden revelar el pasado, el presente y el futuro encontró por azar unos salmos dedicados a la Tejedora de los Sueños, una deidad que se hacía conocer por sus traviesos juegos con la magia de ilusión.

Confusa, la jóven elfa decidió rezar a esta diosa buscando consolar su tormento, pues desde el primer día que llegó a Serena no dejó de tener un sueño que se repetía todas las noches y que se había convertido en algo más que una mera pesadilla...



//Continuará...