Un dia cualquiera sin mayor importancia en la ciudad del monolito nació eva, una niña prematura de piel nieve,
ojos azules intensamente claros y un peso no más allá de los 3,5 libras.
La sirvienta matrona que ayudó al alumbramiento no tardó en adecuar a la re-cien alumbrada para entregársela a su madre. La arropó para evitar la bajada de su temperatura corporal no antes de lavarla con unos pañuelos de seda y algo de agua caliente. Ya en manos de una madre cansada pero satisfecha por el resultado del nacimiento. Observó con orgullo a su heredera y dió gracias a su patrona espiritual por lo sufrido en la gestación y en el alumbramiento.
Su heredera tenia las facciones naturales de sus padres, había nacido sana y ya lloraba con la intensidad del clamor en la batalla a oídos de su madre que sonreía con rostro sudoroso cansado observando a su pequeña.
Su marido no estaba en casa en el momento del parto, pero era algo normal en aquella enorme mansión llena de sirvientes. Donde el lujo destacaba por cualquier rincón del hogar.
La casa tenía innumerables habitaciones, pasillos muy largos muy bien decorados con unos candelabros de fina
plata donde las velas consumían su existencia con insistencia y sin pausa. Bellas formas de arte en forma de cuadros recorrían el hogar, con motivos bélicos y religiosos en su mayoría, o majestuosos retratos de sus señores. Una gran biblioteca en la segunda planta compartía lugar con el estudio del gran señor del hogar. Incluso había una capilla para nada modesta dedicada a las deidades de los señores de aquella enorme y lujosa mansión.
El ajetreo y el movimientos de los sirvientes era un ir y venir constante como si de hormigas trabajadoras se tratase. todas concentradas en servir de forma perfecta a sus señores pues bien conocíamos el resultado de los errores. La exigencia de nuestros amos era metódicamente exagerada.. De tal forma que no había ninguno de los vasallos que no hubiese sido enseñado debidamente como debían cumplir su función. El servicio tenía sus habitaciones en la parte inferior del hogar, cercano a las cocinas. La encargada de la cocina estaba preparando por indicaciones de su señor los preparativos para el día posterior cuando llegaría el señor del hogar.
Esta era la mansión de la familia Kensbane una familia severamente adinerada, militarista de aire religioso con una línea de sangre alargada en el tiempo con innumerables raíces en el pasado de aquella ciudad llamada Berekost.
El señor del hogar no era otro que mi señor Benzalot ,un taimado general que había sido alabado en alguna ocasión por su buen hacer y su eficiencia en la táctica y en llevarla a la practica con frialdad y contundencia.
No entraremos en detalles muy profundos sobre el aspecto del señor más allá de su frialdad y su aura intimidante. Basta decir que como manda la tradición familiar; Antiel era el patrón del señor del hogar y así lo habría sido para Eva de haber nacido como varón.
Eva pasaría a manos de la iglesia de Maasu, así debería ser con la primogénita como si un oscuro pacto hubiese sido formado en los inicios de la familia Kensbane Una norma que siempre se cumplía a rajatabla.
Lo cierto es que el buen hacer de la familia kensbane daba algunos beneficios a sus miembros más hábiles mientras que procuraba sombras y oscuridad aquellos que nacieran malformados o no aptos para el combate o el clero.
Los años pasarían lentamente mientras el progresivo y natural adoctrinamiento era forjado a fuego en el alma de la niña que rara vez veía a un padre demasiado ocupado en campañas bélicas o en dar explicaciones al consejo sobre las campañas militares acontecidas. Aunque tampoco tenía demasiado tiempo para ella misma, la iglesia de Maasu sabía perfectamente como adoctrinar a sus hijas Eva no nació para ser una sacerdotisa pues durante su adiestramiento demostró sobradas cualidades en el arte de la guerra el cual aprendía día a día como si tuviera un manual en la mano y pudiera leerlo.
La traición, los fallos , la incompetencia y las decisiones erróneas a ojos de la santa sede se pagaban con noble placer de adorar a su patrona desde el tormento propio y el ajeno. Puesto que nadie es perfecto y menos lo seria esa chiquilla en su juventud. Su piel tiene las marcas de su orgulloso lamento y dolor personal. Puesto que no todos sobreviven al tormento eterno al que la iglesia de Massu condena. Sólo hay varias alternativas; desfallecer y ser erradicado por el tormento o disfrutarlo y repartirlo entre los demás con el equilibrio y el sentido cruel que así se considere el justo.
Como ocurre con la iglesia de Antiel el sadismo y el masoquismo se arraigan directa o indirectamente en unos o en otros en una historia que se lee entrelineas llena de lamentos, crueldad y fervor religioso extremo. Eva no sería la excepción . Templada y forjada en el acero de su fe. Demostraría una fortaleza y ser una supervivencia nata. Pues así debe ser, no hay sitio para el débil, no hay sitio para el traidor, no hay sitio para los que dudan pues esos son los que mueren sin reaccionar.
Puede sonar demasiado bizarro y extraño mi querido lector pero Berekost es el mundo donde las apariencias importan y son las acciones las que deciden el signo de tu vida. Los nobles realizan majestuosos banquetes cual aristocracia en auge. Donde las alianzas según que familias duran toda la eternidad como pactos demoniacos o simplemente el sonido de una vaina y el quejido de un incauto desprevenido. La guerra no es el único lugar donde combatir hay demasiadas formas de castigo y demasiadas formas de lucha. La física es la más evidente de ellas. Y aunque algunos piensen que es la más placentera otros creen que el daño moral o psicológico es el más certero para doblegar las débiles almas.
Han pasado ya 24 inviernos y en ellos han habido multitud de eventos. Combates sin cuartel, sesiones de adoración extrema. risas, llantos y lamentos y todos ellos observados bajo la vista de la nobleza sicótica, las férreas normas y tradiciones de ahora una fiel seguidora de Maasu y Antiel.
Detallar relatos anteriores podría ser realmente interesante y estimulante en algunos de vosotros. Pero hay cosas que es mejor dejarlas en el pasado, pues es el presente lo que nos interesa y yo este humilde escritor simplemente os reto a que sufráis el presente.
Fimado : Martin visec para su diario personal : sirviente de esa mujer que solo hace flagelarme en la intimidad con su sabia razón.