Historia de Leonor Raynolds

Criada en la iglesia de Erina, en donde fue dejada pocos días después de su nacimiento, Leonor creció sin conocer a sus padres biológicos, quienes se vieron obligados a acudir en ayuda de las fuerzas del bien a una de las numerosas contiendas que se libraban casi constantemente contra el vil imperio de Berekost hasta no hace mucho, y que aún continúan hoy en día en Eternia.

Por desgracia, el día de su regreso jamás llegó, dejando a su única hija a cargo de los clérigos del templo…

Aunque Leonor pasó la mayor parte de su juventud en un ambiente adaptado a la vida religiosa y el culto al Hacedor, fue el regalo de su descendencia lo que definió realmente el rumbo de su historia…

Todo se remonta a hace aproximadamente más de 500 años atrás. Existió en ese tiempo una joven noble erenita de nombre Clare Benset en cuyo cuerpo fue sellada el alma de una semidiosa que intentó combatir a las fuerzas del oscuro dios de los muertos, Necros. Éste, en respuesta a tal afrenta, encerró el alma de la poderosa combatiente al morir en un cuerpo mortal de entre los vivos.

Así, Clare, fue elegida al azar como huésped, albergando, ya desde temprana edad, un alma divina dentro de su cuerpo, lo cual le confería una poderosa magia divina.

Sin embargo, frecuentemente sus conocidos y familiares le encontraban hablando sola, y sospechaban de los bruscos cambios de personalidad que suponía el intercambio de control interno del cuerpo entre la semidiosa y la propia Clare, casi invisible a simple vista, pero que se delataba rápidamente por su actitud, que podía variar de seriedad y firmeza a timidez e inocencia respectivamente y de un momento a otro.

Esto llevó a pensar a su padre que su hija estaba poseída por alguna especie de entidad maligna, por lo que decidió hablar con los clérigos del templo para arreglar la realización de un ritual especial.

Temiendo que ésto pudiera dañar de algún modo a la entidad que vivía dentro de sí, o incluso a ella misma, Clare decidió huir de Erina con lo poco que pudo llevar consigo.

El destino la condujo a la ciudad de Serena, en donde decidió permanecer por un tiempo mientras decidía qué haría a continuación.

Para su suerte, tiempo después, allí conoció a un clérigo de Tarkos, llamado Melkior, que fue capaz de ayudarla, pues conocía un método mediante el cual podría liberar el alma de la semidiosa, que, aunque benigna, se encontraba encerrada contra su voluntad en el cuerpo de la joven.

A pesar de que Clare salió ilesa del proceso, conservó algunas de las dotes divinas que le habían sido otorgadas al convivir con un alma de semejante características dentro de sí.

Quizá fuera una pequeña parte residual de la poderosa magia celestial de la semidiosa, o tal vez un modo de agradecerle a la joven por lo que había hecho. Sea como fuere, Clare decidió volver entonces a Erina y utilizar sus nuevas facultades en apoyo del ejército de las fuerzas del bien. Se formó en el arte de la espada y adquirió el coraje y la determinación propios de los paladines erenitas. Su existencia en la historia marcó un legado de poder divino que se transmitiría de generación en generación, llegando así hasta nuestros días.

Hoy, después de más de medio milenio, se alza en la iglesia de Erina una joven promesa: Leonor Raynolds, quinta heredera del legado de la familia Benset. Combinado con su devoción por el Hacedor, su poder es una bendición de luz en los tiempos oscuros por los que está atravesando Eternia. Con apenas 18 años de edad, solo el tiempo dirá si será capaz de sobrellevar la pesada carga de no deshonrar a sus antepasados y, al mismo tiempo, la difícil tarea de traer esperanza de nuevo a las azotadas almas de los pobres habitantes eternianos que viven bajo el manto de una guerra de facciones casi permanente….

‘Ha llegado el momento, Leonor’

Con estas palabras se dirigía Sir Ulric Gelerdiel a la joven novicia luego de convocarla a su presencia.

‘Se os asignará vuestra primera tarea fuera de las muros de Erina.’ Continuó el hombre serio mientras le observaba.

‘Recientemente, nos han informado sobre un marcado avance de la corrupción de los no-muertos en la isla de las bestias. Dado que Fantasía es un punto crítico debido a sus puertos, es necesario defenderlo a toda costa para evitar que esta misma situación se extienda a todo Eternia. Tu trabajo consistirá asistir a los habitantes del lugar en caso de verse en peligro y ayudar en la defensa como lo veáis conveniente hasta que nos veamos capaces de enfrentar este problema en condiciones.’

Leonor le miró, y, comprendiendo la seriedad de la situación, aceptó sin objeción. ‘No habrá vida que se pierda en vano si está en mi mano salvarla. Partiré a Fantasia de inmediato, mi señor Ulric.’ Se despidió con una reverencia y marchó rumbo al puerto de Erina, donde cogió el siguiente barco a la isla, ahora maldita.

El viaje no duró mucho gracias a la cercanía geográfica existente entre Erina y Fantasia, por lo que arribaron a las pocas horas. Al desembarcar, la joven clériga pudo tomar conciencia sobre la gravedad de la situación: plantas marchitas, tierra grisácea y desesperanza hacían del poblado, antaño florido y lleno de vida, un triste paisaje a los ojos de cualquiera. El camino hacia la recuperación sería largo y difícil….

Con el paso de los días, Leonor acabó por conocer a una serie de personas en la isla que, unidas por interés, conveniencia o simplemente deseos de ayudar, se habían congregado también en el lugar con el objeto de ayudar a la defensa frente al continuo asedio de los muertos vivientes. Entre ellos, se hallaban aventureros de todo tipo: guerreros, paladines, exploradores, cazadores y hasta otros sacerdotes al igual que ella. Quizás, tan solo quizás, aun hubiera esperanzas para Fantasía. ‘Solo espero que podamos aguantar’ decía la joven clériga para si mientras estos pensamientos recorrían su cabeza de un lado a otro….

Sin embargo, debido a diferencias religiosas, ideológicas o de índole política, no siempre era fácil que se llevasen bien los unos con los otros. Era, por tal motivo, que la joven clériga debió empeñarse en mantenerles unidos, pues, para bien o para mal, esto era necesario para ayudar a Fantasía. No obstante, las partes involucradas no siempre estaban abiertas al diálogo o al perdón, pero aun así Leonor se esforzaba en mantener aquella frágil paz. Sabía que era su deber, tanto por su cargo como sacerdotisa del bien, como también, de forma más indirecta, por la tarea que le había sido encomendada en el lugar.

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Otro día, otra pérdida. Los exploradores encargados de defender el lugar caían uno a uno en una sucesión de días que parecían ser una pesadilla sin fin. La situación empeoraba cada vez más mientras los aventureros comenzaban a pensar que el asunto se les estaba escapando de las manos.

Una tarde, mientras debatían sobre estas cuestiones en la plaza de Fantasia, un dracoliche hizo acto de aparición en las afueras del pueblo. Como si el mismísimo Hacedor les hubiese dado la espalda a los mortales, los problemas parecían no tener fin para el ahora casi indefenso poblado. Sin embargo, y por suerte para todos, la enorme creatura prefirió el diálogo al combate.

Molesto, explicó que el conflicto existente en la isla le había despertado de su letargo y, temiendo que su tesoro estuviera en peligro, decidió salir de su guarida para advertir a los humanos que no se acercasen a la misma, indiferente casi por completo al hecho de que todo el lugar peligraba.

No obstante, antes de marcharse, el dracoliche advirtió a los aventureros que pudo ver, desde su escondrijo, un ejército numeroso de no muertos que se dirigía en dirección al poblado. A juzgar por sus palabras, se estimaba que las tropas alcanzarían su destino, Fantasia, en aproximadamente una semana. Muchos fueron los que se alarmaron al tener conocimiento sobre esto, y no pocos temieron que los refuerzos de las grandes naciones no llegarían a tiempo.

Así, pues, el futuro de la isla se vislumbraba oscuro e incierto: Si los soldados llegaban a tiempo, entonces tendrían una oportunidad, pero sino….