El Siervo Maldito. (Ararnir Nefzen)

Tema: El Siervo Maldito. (Ararnir Nefzen) Miér Mar 14, 2012 8:16 am

En un Oscuro Bosque...

Las gotas de sangre caían sin parar dejando un rastro evidente conforme corría, la respiración se le ahogaba cuanto más avanzaba. Estaba herido de muerte y lo sabía pero el tesoro que se le había concedido era demasiado importante para que eso fuese un factor de peso, abstraído por el dolor tropezó con un guijarro y cae sobre su espalda para no dañarle...

El bebé tosió por el polvo de la caída.

Ese pequeño era uno de los enviados del Hacedor y ya había sido tocado por la maligna marca de Antiel. Uno de sus siervos ya le perseguía para terminar el trabajo y en su condición no podía ni ganar tiempo. Duke tenía que estar cerca, debía esconder al niño hasta que llegase, hizo un pequeño hueco bajo un árbol y pronunció un hechizo perdido, magia divina ya olvidada por muchos que hizo al árbol envolver con sus raíces al infante como si fuese su propio hijo. Los árboles siempre eran de fíar, siempre cumplían su juramento pero ahora solo quedaba correr y rezar para alejarse lo suficiente y que no le encontrase.

-Te encontré rata escurridiza.

La oscura voz parecía resonar por todo el bosque como si estuviera en todos los lugares, una oscura pero seductora voz de un demonio siervo de Antiel. Una figura envuelta en una enorme armadura surgió enfrente suyo cortándole el camino.

No había escapatoria.

No había esperanza.

Solo había Oscuridad.

Su grito de agonía rompió la quietud del bosque durante un momento, pero a nadie le importó.

Un caballero andante encontraba pocas cosas sorprendentes en un Bosque, pero esta sorprendería al mismísimo Tarkos. El niño había sido salvado al fin por él mismo pero había llegado tarde, tatuado sobre su corazón una marca maldita, una marca de infortunio producto de Antiel. Este bebé que debería ser una bendición para sus semejantes traería el odio y el infortunio hacia sus personas. Había sido mutilado...

A veces la vida era una broma cruel.

Tema: Re: El Siervo Maldito. (Ararnir Nefzen) Vie Mar 16, 2012 12:20 am

12 Años Después, Villa de Lanswood

Un chico de 12 años comprendía pocas cosas aunque más de lo que los adultos normalmente pensaban. Comprendía que sus padres (unos campesinos con unas pocas tierras cerca del pueblo) no eran sus verdaderos padres, comprendía que había sido abandonado al nacer aunque no guardaba rencor a nadie y también comprendía que en realidad sus padres no le querían como ellos querrían pero no era su culpa. La inocencia de un niño es uno de los tesoros que han de ser resguardados.

Ah y comprendía otra cosa, ese maldito viejo era malo. Duke llevaba con él desde...bueno, siempre había sido su maestro e instructor le había enseñado la palabra del Hacedor, a leer, a escribir y casi a vivir y cada fallo era contestado con una mordaz réplica o un fuerte coscorrón. Y lo peor de todo ¡No le dejaba ir a la Iglesia con los demás niños o jugar con ellos o siquiera conocerlos! Sino estaba con Duke estaba solo decían que era demasiado peligroso y que él tenía mejores cosas que hacer que jugar con unos niños...solo le quedaba resignarse.

Pero, como todo en esta vida las cosas cambian, no siempre a mejor o a peor, pero cambian. Un buen día Duke despertó a a Ararnir demasiado temprano incluso para él.

-Escucha, ahora que has crecido un poco y quizás tengas algo entre las orejas que no es solo aire el Sacerdote tiene una tarea para ti. Tendrás que ir a la iglesia y te lo comunicará en persona.

-¿En serio? ¿Puedo ir a la iglesia? ¿Y podré hablar con algu...?

-SILENCIO, Hacedor...eres más pesado que Airis Strewgard...y si, podrás hablar con EL SACERDOTE y quizás te acompañe alguien al recado ahora ve y hazme un favor.

-¿Si, maestro?

-NO VUELVAS. Y con un portazo se acabó la conversación, es una gran forma de acabar una conversación, similar a darle una patada a la mesa para acabar con una partida de ajedrez.

Ararnir prácticamente corría por el mercado camino a la iglesia anonadado con los vendedores y sus gritos y con estar participando en algo tan grande, por fin estaba donde siempre había querido estar y su corazón sentía calidez un calor semejante a estar en el hogar donde sabes que serás protegido contra cualquier pesadilla de la noche...¡PLAF! y calló al suelo... sus reflexiones no pudieron ir más allá tras el golpe ¿Contra qué se había dado? No era un muro eso seguro, era blandito y además olía muy bien como a rosas silvestres...entonces levantó la cabeza y la vió, sentada por el golpe y casi pegada a él, la luz parecía arroparla en ese mismo momento y su pelo rojo brillaba como si fuera fuego, vestía como una adepta del Templo y sus hermosos ojos le miraban con...¿Furia? el corazón de Ararnir temblaba cuanto más la miraba pero se dio cuenta de algo.

Había empezado con mal pie.

Continuará...